Una fruta (de verano) para cada queso
El verano y sus temperaturas nos obligan a adaptar las fórmulas en la que normalmente consumimos ciertos alimentos: es época de ensaladas, de bocados frescos, de comidas ligeras que nos ayuden a sobrellevar mejor el calor que arrecia fuera. Cenar queso en verano es una excelente opción para no tener que acercarse a los fogones más de la cuenta, porque el verano es para descansar y hasta cocinar resulta tedioso: nos apetece lo sencillo, lo que no conlleva esfuerzo… ni tiempo. El queso es el mejor aliado para esas cenas o convites en los que cocinar no apetece pero convidar a nuestros allegados sigue siendo uno de los mejores planes a nuestra disposición.
Y, ¿cuál es el mejor acompañante del queso en verano? La fruta. Por su alto contenido en agua, las frutas nos ayudan a equilibrar la carga grasa del queso, para así seguir disfrutando de los mismos en verano de una manera más adaptada a las necesidades de nuestro cuerpo durante la etapa estival.
Ahora bien, ¿qué frutas son las más adecuadas y para qué quesos? Os presentamos un pequeño acercamiento a lo que podría ser un manual de maridaje entre queso y las frutas de temporada más que más nos gustan para acompañarlos en verano.
La mayoría de quesos azules como Stilton, el Roquefort o Savel funcionan especialmente bien con frutas de final de verano/ principios de otoño; como el higo, manzana, uvas o peras de verano. Estas frutas tienen un característico dulzor que acompaña a la perfección a los aromas por lo general intensos de los quesos azules. En el caso de la manzana, la combinación con Stilton es fabulosa, así como lo es con Savel. Para azules más intensos como Cabrales o Roquefort, las uvas son una fantástica manera de introducir píldoras refrescantes y dulces que ‘’apaciguan’’ la intensidad que suele acompañar a estos quesos azules.
El verano y sus temperaturas nos obligan a adaptar las fórmulas en la que normalmente consumimos ciertos alimentos: es época de ensaladas, de bocados frescos, de comidas ligeras que nos ayuden a sobrellevar mejor el calor que arrecia fuera. Cenar queso en verano es una excelente opción para no tener que acercarse a los fogones más de la cuenta, porque el verano es para descansar y hasta cocinar resulta tedioso: nos apetece lo sencillo, lo que no conlleva esfuerzo… ni tiempo. El queso es el mejor aliado para esas cenas o convites en los que cocinar no apetece pero convidar a nuestros allegados sigue siendo uno de los mejores planes a nuestra disposición.
Y, ¿cuál es el mejor acompañante del queso en verano? La fruta. Por su alto contenido en agua, las frutas nos ayudan a equilibrar la carga grasa del queso, para así seguir disfrutando de los mismos en verano de una manera más adaptada a las necesidades de nuestro cuerpo durante la etapa estival.
Ahora bien, ¿qué frutas son las más adecuadas y para qué quesos? Os presentamos un pequeño acercamiento a lo que podría ser un manual de maridaje entre queso y las frutas de temporada más que más nos gustan para acompañarlos en verano.
La mayoría de quesos azules como Stilton, el Roquefort o Savel funcionan especialmente bien con frutas de final de verano/ principios de otoño; como el higo, manzana, uvas o peras de verano. Estas frutas tienen un característico dulzor que acompaña a la perfección a los aromas por lo general intensos de los quesos azules. En el caso de la manzana, la combinación con Stilton es fabulosa, así como lo es con Savel. Para azules más intensos como Cabrales o Roquefort, las uvas son una fantástica manera de introducir píldoras refrescantes y dulces que ‘’apaciguan’’ la intensidad que suele acompañar a estos quesos azules.
Para los quesos lácticos, cuya textura es mantecosa y suelen tener sabores que se asemejan a los de un yogur o nata, ligeramente ácidos, funcionan especialmente bien los higos, así como las peras por su alto contenido en agua que conjugan a la perfección con la textura untuosa de los mismos. A partir de octubre, las uvas son una combinación fabulosa también. Ejemplos de estos quesos son: XV du Pic, Moluengo y Bouyguette.
Para los quesos curados de oveja o cabra (como Manchego, Zamorano, o Montes de Alcalá) así como para los quesos de pasta cocida de vaca como Comté, Hornkäse, Ogleshield o Morbier, son perfectas las frutas de hueso como el melocotón, el albaricoque, el mango… todas ellas, de elevado dulzor y textura suntuosa, contrastan con los matices tostados y acaramelados que poseen estos quesos de alta maduración, haciendo un tándem perfecto por contraste. Estas frutas son también el perfecto aliado para cortezas lavadas como Puigpedrós o Ruperto, con sus intensos sabores cárnicos y sus texturas cremosas, que encuentran en frutas como melocotón o mango un aliado que eleva sus matices y texturas, convirtiéndose en su perfecta base de apoyo. ¡Ah! No olvidarse del tomate: la gran carga de umami que contiene este fruto, ni dulce ni salado, lo convierte en una gran opción para los quesos curados, que encuentran en él un perfecto acompañante para las notas tostadas y dulzonas que a veces encontramos en estos quesos cuando alcanzan altas maduraciones.
¿Y qué pasa con los famosos quesos de corteza enmohecida como Brie, Camembert, Divirín o Xirós? Para estos quesos, la manzana juega un buen papel pues su textura granulosa y casi ‘’crujiente’’ contrasta a la perfección con la melosidad y cremosidad extrema de estos quesos, así como equilibra las notas amoniacales propias de estos tipos de queso.
Por su parte, los grandes beneficiados en el tema de los maridajes con fruta son los quesos frescos: funcionan bien con prácticamente todas las frutas imaginables, sean cual sean sus propiedades.
Estas son nuestras recomendaciones pero en cualquier caso, no dudes en probar, probar y probar. No nos cansaremos de decirlo: las mejores mezclas suelen salir de la experimentación. ¡Ah! Y no te olvides de contarnos tu combinación favorita.
Para los quesos lácticos, cuya textura es mantecosa y suelen tener sabores que se asemejan a los de un yogur o nata, ligeramente ácidos, funcionan especialmente bien los higos, así como las peras por su alto contenido en agua que conjugan a la perfección con la textura untuosa de los mismos. A partir de octubre, las uvas son una combinación fabulosa también. Ejemplos de estos quesos son: XV du Pic, Moluengo y Bouyguette.
Para los quesos curados de oveja o cabra (como Manchego, Zamorano, o Montes de Alcalá) así como para los quesos de pasta cocida de vaca como Comté, Hornkäse, Ogleshield o Morbier, son perfectas las frutas de hueso como el melocotón, el albaricoque, el mango… todas ellas, de elevado dulzor y textura suntuosa, contrastan con los matices tostados y acaramelados que poseen estos quesos de alta maduración, haciendo un tándem perfecto por contraste. Estas frutas son también el perfecto aliado para cortezas lavadas como Puigpedrós o Ruperto, con sus intensos sabores cárnicos y sus texturas cremosas, que encuentran en frutas como melocotón o mango un aliado que eleva sus matices y texturas, convirtiéndose en su perfecta base de apoyo. ¡Ah! No olvidarse del tomate: la gran carga de umami que contiene este fruto, ni dulce ni salado, lo convierte en una gran opción para los quesos curados, que encuentran en él un perfecto acompañante para las notas tostadas y dulzonas que a veces encontramos en estos quesos cuando alcanzan altas maduraciones.
¿Y qué pasa con los famosos quesos de corteza enmohecida como Brie, Camembert, Divirín o Xirós? Para estos quesos, la manzana juega un buen papel pues su textura granulosa y casi ‘’crujiente’’ contrasta a la perfección con la melosidad y cremosidad extrema de estos quesos, así como equilibra las notas amoniacales propias de estos tipos de queso.
Por su parte, los grandes beneficiados en el tema de los maridajes con fruta son los quesos frescos: funcionan bien con prácticamente todas las frutas imaginables, sean cual sean sus propiedades.
Estas son nuestras recomendaciones pero en cualquier caso, no dudes en probar, probar y probar. No nos cansaremos de decirlo: las mejores mezclas suelen salir de la experimentación. ¡Ah! Y no te olvides de contarnos tu combinación favorita.