La tabla de quesos perfecta
Es tiempo de reuniones alrededor de la mesa, de invitados en casa y de sobremesas infinitas. ¿Hay algo mejor para estas ocasiones que preparar una tabla de quesos completa? Os presentamos nuestra pequeña guía para montar tu tabla de quesos perfecta.
En primer lugar, elige un soporte, una tabla (o varias) de madera, piedra, cerámica... la que más te guste, y unos cuchillos para las diferentes tipologías de quesos o, al menos, ¡cuchillos que corten bien! Una vez tengas todo el material listo, ¡Manos a la obra! Es la hora de elegir los quesos que van a degustar tus invitados. Y, he aquí la gran pregunta: ¿Qué quesos debo incluir?
El truco (si es que existe algún truco cuando se trata de gustos) está en conseguir un buen equilibrio de sabores, intensidades y texturas. Un buen punto de partida será elegir en base a texturas: pastas blandas, duras, y quesos azules marcaría la división más básica y a partir de ahí, podemos empezar a subcategorizar tanto como queramos ampliar la tabla.
Creemos que la tabla de quesos ideal debería de contener los siguientes tipos de queso:
Un queso láctico: refrescantes, untuosos, mantecosos. Así son los quesos lácticos, una tipología que hace referencia a los quesos que se elaboran sin utilizar cuajo, y que por ello tienen una textura particularmente mantecosa que muchas veces se asocia a los quesos de cabra, pues es en Francia donde con esta leche se origina o es más común esta tipología. Sin embargo, se elaboran quesos lácticos con todos los tipos de leche. Estos quesos son ideales para iniciar una tabla, pues nos permiten limpiar el paladar con su ligera acidez y frescor, antes de dar paso a texturas más grasas y persistentes. Esta es nuestra selección de quesos lácticos, ¡elige el que más te guste!
La siguiente categoría a considerar sería la de quesos blandos o cremosos (los quesos lácticos citados anteriormente también lo son, pero son menos grasos y en vez de ‘’cremosos’’, más bien podríamos definirlos como ‘’mantecosos’’). Entre los quesos cremosos existentes, hacemos una diferenciación básica entre quesos de corteza lavada o quesos de corteza enmohecida natural. Puedes incluir una de las dos tipologías o quizás, ambas. En lo que respecta a cortezas enmohecidas naturales, normalmente tienen sabores a bodega, humedad, tierra... como por ejemplo Divirín, o sabores que recuerdan a champiñones o que tienen reminiscencias vegetales, como Brie o Camembert. Por otro lado, los quesos de corteza lavada desarrollan sabores salinos, animales, a umami… y que se caracterizan por tener un color rosáceo en su corteza. Tener un queso de corteza lavada te abrirá las puertas a una gama de sabores única conferida por los peculiares sabores que aportan al queso estas cortezas.
Un queso de pasta cocida, cuyas texturas elásticas y sabores ligeramente dulces son la perfecta transición hacia los quesos de maduraciones más altas. Seguro que conoces algún queso de pasta cocida. Comté es una gran referencia conocida por muchos, Gruyere, ¡incluso Parmigiano o Cheddar! Son quesos que se elaboran calentando la leche a altas temperaturas, de manera que el resultado es una textura más fundente y que en boca resulta elástica, flexible. Normalmente tienen sabores afrutados (Comté vuelve a ser un buen ejemplo) o un poco más salinos y agrestes como Hornkäse o Blossom Hornkäse, dos de nuestras referencias favoritas. Todos ellos son una opción fantástica para cubrir esta tipología quesera, que abre las puertas a los sabores y texturas más secas y duras que vienen ahora.

Loreto -
Muy buen artículo.
Viene a ser la PAUTA que seguís en las tablas de la suscripcion mensual, que es superior!!.
Gracias, … Seguid así, no abandoneis el “TOQUE personal y cercano” Q os diferencia.