
A lo largo de la historia, este papel de la mujer quesera se ha mantenido. En el norte de España en particular, la tradición de elaborar mantequilla y queso perteneció siempre a ellas. Queixo do País, una de las recetas más antiguas y representativas de la quesería gallega, ha estado siempre vinculada a las mujeres; tanto en el manejo del ganado, como en su elaboración como en la posterior comercialización. Igual sucedía (y sucede) con Cabrales, uno de los quesos más representativos de nuestro país. En Inglaterra, fue la reputada quesera Frances Pawlett quien a principios del siglo XVIII estableció las bases de lo que hoy conocemos como Stilton, uno de los quesos azules de mayor reconocimiento en el mundo.
En el mismo país, nos dejaba hace poco Mary Holbrook (1939–2019), la apodada ‘’Gran Dama del queso de cabra británico’’ por sus grandes aportaciones a la quesería desde su pequeña granja en Somerset. En Francia, se atribuye a María Harel la elaboración del queso Camembert a finales del siglo XVIII. En Irlanda, la recuperación de la cultura de la artesanía quesera en los años setenta, cuando sólo quedaban tres queseros artesanos en el país, se atribuye a Giana Ferguson, productora de Gubbeen.
A día de hoy, cada vez son más mujeres las que retoman el arte de elaborar queso, aportando al sector lácteo nuevos matices: visiones nuevas, innovación, perspectivas inesperadas. En Formaje queremos rendir homenaje a todas ellas, a nuestras productoras. Sin ellas, sin su carisma y su tesón, no podríamos hablar hoy de un tejido quesero que cada vez se percibe más sólido, interesante, y prometedor. Por las queseras de ayer, por las de hoy y por las de mañana.
