Guía para maridar queso
POR GUILLERMO TALAVERA, DEL EQUIPO DE FORMAJE
Un bocado de queso es una de las experiencias gastronómicas más sublimes que conozco. La variedad de matices que inundan nuestras papilas gustativas es inmensa, uno de los grandes placeres de la vida.
Pero un bocado de queso "acompañado" se convierte en un juego de sabores tan divertido que hace que no podamos parar de buscar el maridaje perfecto.
Y es que el queso se presta muy bien a ser combinado con otros alimentos, una unión donde surgen experiencias sensoriales únicas, donde podremos conquistar a nuestro paladar descubriendo nuevos sabores y aromas.
En maridaje no hay verdades absolutas ni normas estrictas pues nuestros gustos son diferentes y muy variados, solo debemos tener presente que el resultado tiene que ser equilibrado. Los sabores que juntemos en nuestra boca no deben enmascararse el uno al otro. Tienen que enlazarse con cierta armonía, dejando en nuestro recuerdo el sabor de los dos componentes y provocando una nueva sensación que nos resulte agradable.
Por ello, el vino es el gran aliado del queso, pues comparten características organolépticas muy similares.
El vino blanco es una de las mejores opciones a la hora de acompañar nuestros quesos ya que su acidez y frescura van a potenciar los sabores y ayudará a limpiar nuestro paladar.
En cambio, el vino tinto por sus taninos y astringencia a veces puede dificultar la apreciación de los matices que nos ofrece el queso. Por ello hay que buscar cierta sintonía entre la intensidad del queso y del vino, y tener en cuenta la gama aromática de cada uno.
Por ejemplo, un blanco ácido y salino como un albariño nos encajará a la perfección con un queso láctico joven, pues se complementarán de manera exquisita por la afinidad de sus sabores. Una magnífica idea es combinar quesos de pasta blanda no muy intensos con vinos espumosos pues la sensación chispeante de las burbujas junto a la untuosidad y cremosidad del queso hará vibrar nuestro paladar. Blancos con Crianza o variedades como Verdejo y Viura pueden maridar muy bien con quesos cremosos con carácter y con quesos de pasta prensada poco intensos.
Para los curados, los vinos tintos jóvenes pueden hacer que resalten los aromas afrutados; mientras que los quesos alpinos irán de maravilla con vinos con madera pues los sabores tostados de ambos crearán un enlace espectacular.
Para el queso azul las posibilidades son inmensas. Personalmente me encanta tomarlo con Moscatel, con Pedro Ximénez , con un vino de Oporto, con Tokaji húngaro, con Sauternes francés, Gewürztraminer alsaciano de vendimia tardía, con sidra de hielo ¡y hasta con vermú! Sorprende la sinergia tan estrecha que crean los sabores dulces junto con la intensidad del moho que inunda estos quesos.
MÁS ALLÁ DEL VINO
Si eres de los que no toma alcohol, un buen zumo de manzana o un mosto de uva te funcionará genial en tu tabla de quesos. Y si no te gusta el vino te invitamos a que experimentes con la amplísima variedad de cervezas artesanales que encontramos en el mercado.
Cervezas de tipo Lager y blancas de trigo encontrarán una pareja ideal en los quesos poco intensos, para quesos de larga maduración, como los Goudas viejos y los Gruyère muy curados: las Porter, las Stout e incluso una roja belga harán que los aromas caramelizados y achocolatados se muestren en todo su esplendor. Los fuertes matices de lúpulo y las notas de fruta tropical de las India Pale Ale conectarán de maravilla con los quesos azules y las variedades más intensas.
No puede faltar un buen pan de masa madre en nuestro acompañamiento con queso. Tampoco debemos olvidar frutas frescas como las uvas , fresas, higos o pera, deliciosas tanto con quesos frescos como con azules.
El membrillo con un Manchego, miel con Camembert de Normandía, mermelada de tomate con mozzarella de búfala... las posibilidades de experimentar son infinitas. Atrévete con chocolate y avellanas para el Comté y ten siempre a mano unas pasas, unos orejones o unos dátiles para jugar y dar con el qué queso te resulta más rico.
El queso se lleva estupendamente con muchos de los alimentos y bebidas que tenemos en nuestras casas, solo hay que echarle un poco de imaginación y ganas de divertirse para conseguir encontrar una pareja perfecta o una media naranja inesperada.