
Por ejemplo, un blanco ácido y salino como un albariño nos encajará a la perfección con un queso láctico joven, pues se complementarán de manera exquisita por la afinidad de sus sabores. Una magnífica idea es combinar quesos de pasta blanda no muy intensos con vinos espumosos pues la sensación chispeante de las burbujas junto a la untuosidad y cremosidad del queso hará vibrar nuestro paladar. Blancos con Crianza o variedades como Verdejo y Viura pueden maridar muy bien con quesos cremosos con carácter y con quesos de pasta prensada poco intensos.
Para los curados, los vinos tintos jóvenes pueden hacer que resalten los aromas afrutados; mientras que los quesos alpinos irán de maravilla con vinos con madera pues los sabores tostados de ambos crearán un enlace espectacular.
Para el queso azul las posibilidades son inmensas. Personalmente me encanta tomarlo con Moscatel, con Pedro Ximénez , con un vino de Oporto, con Tokaji húngaro, con Sauternes francés, Gewürztraminer alsaciano de vendimia tardía, con sidra de hielo ¡y hasta con vermú! Sorprende la sinergia tan estrecha que crean los sabores dulces junto con la intensidad del moho que inunda estos quesos.
MÁS ALLÁ DEL VINO
Si eres de los que no toma alcohol, un buen zumo de manzana o un mosto de uva te funcionará genial en tu tabla de quesos. Y si no te gusta el vino te invitamos a que experimentes con la amplísima variedad de cervezas artesanales que encontramos en el mercado.
Cervezas de tipo Lager y blancas de trigo encontrarán una pareja ideal en los quesos poco intensos, para quesos de larga maduración, como los Goudas viejos y los Gruyère muy curados: las Porter, las Stout e incluso una roja belga harán que los aromas caramelizados y achocolatados se muestren en todo su esplendor. Los fuertes matices de lúpulo y las notas de fruta tropical de las India Pale Ale conectarán de maravilla con los quesos azules y las variedades más intensas.
No puede faltar un buen pan de masa madre en nuestro acompañamiento con queso. Tampoco debemos olvidar frutas frescas como las uvas , fresas, higos o pera, deliciosas tanto con quesos frescos como con azules.
El membrillo con un Manchego, miel con Camembert de Normandía, mermelada de tomate con mozzarella de búfala... las posibilidades de experimentar son infinitas. Atrévete con chocolate y avellanas para el Comté y ten siempre a mano unas pasas, unos orejones o unos dátiles para jugar y dar con el qué queso te resulta más rico.
El queso se lleva estupendamente con muchos de los alimentos y bebidas que tenemos en nuestras casas, solo hay que echarle un poco de imaginación y ganas de divertirse para conseguir encontrar una pareja perfecta o una media naranja inesperada.