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ARTÍCULO

Formaje: Una historia de verano

El verano es suntuoso como un Brie. Es floral como Blossom Hörnkase, árido como un Manchego, fresco y cremoso como una Mozzarella y se derrite a medida que se va consumiendo, igual que una Raclette. El verano son calas rocosas que recuerdan a trozos de Parmigiano y son paseos por sinuosas sendas de montaña, parecidos a los que los pastores de Ossau Iraty recorren con sus ovejas, guiándolas a través de los caminos de Pirineos Atlánticos. El verano son mesas improvisadas que empiezan al atardecer y terminan iluminadas por la luz de la luna. Son desayunos tardíos mirando al infinito, lecturas inacabadas listas para ser retomadas y conversaciones inconexas y aletargadas, porque el verano es también esa estación en la que el letargo es bienvenido, y vuelve para recordarnos que la vida es más sencilla de lo que el resto del año parece hacernos pensar.



Los quesos estacionales alcanzan su cenit en verano, cuando los animales pastan en libertad en los valles de altura y exprimen lo mejor de la tierra, aprovechando hasta la ultima brizna de hierba disponible, de la misma manera en que nosotros nos entregamos a los delirantes placeres que nos ofrece el periodo estival. A la leche, todas y cada una de las deliciosas hebras de verde mascadas por los animales durante el pastoreo, le aportarán matices y aromas irreemplazables al queso, de la misma manera en la que todas y cada una de las vivencias experimentadas por nosotros durante los meses de verano enriquecerán nuestro ser, reforzando nuestros anhelos y aspiraciones, esos que durante el resto del año se esconden tímidamente ante la sombra aplastante de los quehaceres diarios y la prioridad del deber y que durante el verano, vuelven a asomar la cabeza, tímidos, listos para conversar con uno mismo. Del verano nos comemos hasta el ultimo trozo de corteza. El verano son todos los quesos, y todos los quesos son el verano.



Desde Formaje te animamos a descansar y a desconectar, a dedicarle tiempo a reencontrarte contigo mismo y con esos anhelos, que al final definen quien somos y quienes queremos ser. Te animamos también a redescubrir tu destino vacacional (si es que has salido de tu entorno habitual) en clave ‘’queso’’: visitando queserías locales, descubriendo la cultura quesera del lugar y conversando y acercándote al trabajo de esos productores que hacen posible que la artesanía quesera siga viva a día de hoy. Y recuerda que, siempre que estés en Península o Baleares, desde Formaje podemos seguir haciéndote llegar tus quesos allá donde hayas decidido trasladarte, aunque sea al pueblo más recóndito y alejado, ese en el que disfrutar del silencio. Sea como sea, estés donde estés… resérvanos un asiento en tu mesa de verano.



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COMENTARIOS
Elena Aristoy Bolíbar -

Me encantan vuestros escritos. felicidades por conseguir que adore aún más el queso, que siempre ha sido uno de mis alimentos favoritos.
Gracias por vuestra apasionada dedicación.