Raclette: origen, cómo prepararla y los mejores acompañamientos para disfrutarla.
Siempre decimos que el queso es una de las mejores excusas para reunirse en torno a la mesa. Pero hay una forma de disfrutarlo que destaca sobre todas las demás en lo que a reuniones sociales se refiere. Esa forma es la raclette, probablemente el plan gastronómico casero más typiquement française… et suisse. Originaria del cantón del Valais, en Suiza, la raclette se remonta a la tradición de los pastores que fundían queso al fuego mientras atravesaban las montañas con sus rebaños. De hecho, "raclette" proviene del término francés "racler", que significa "raspar", en referencia al acto de deslizar el queso fundido sobre el pan.
La cercanía geográfica entre Suiza y Francia permitió que esta tradición se expandiera rápidamente, convirtiéndose en una costumbre en las regiones montañosas de ambos países. Lo que comenzó como un método simple para consumir queso, evolucionó hasta convertirse en un plato más completo. Con el tiempo, se fueron incorporando acompañamientos tradicionales, mientras que el propio queso raclette adoptaba variaciones con especias como pimienta, trufa, hierbas aromáticas o versiones ahumadas. Esta diversidad ha permitido que cada quesería desarrolle sus propias especialidades, enriqueciendo aún más la experiencia de disfrutar de la raclette.

El secreto de una buena raclette está en la calidad del queso. En Formaje hemos creado Raclette Edition, un pack especial que incluye cinco variedades tradicionales: raclette ahumada, raclette natural, raclette a la pimienta, raclette trufada y Morbier. Todo listo y cortado para que simplemente tengas que calentar y servir en tu máquina de raclette. Solo selecciona el número de comensales y nos encargamos de enviarte la cantidad adecuada.

Siempre decimos que el queso es una de las mejores excusas para reunirse en torno a la mesa. Pero hay una forma de disfrutarlo que destaca sobre todas las demás en lo que a reuniones sociales se refiere. Esa forma es la raclette, probablemente el plan gastronómico casero más typiquement française… et suisse. Originaria del cantón del Valais, en Suiza, la raclette se remonta a la tradición de los pastores que fundían queso al fuego mientras atravesaban las montañas con sus rebaños. De hecho, "raclette" proviene del término francés "racler", que significa "raspar", en referencia al acto de deslizar el queso fundido sobre el pan.
La cercanía geográfica entre Suiza y Francia permitió que esta tradición se expandiera rápidamente, convirtiéndose en una costumbre en las regiones montañosas de ambos países. Lo que comenzó como un método simple para consumir queso, evolucionó hasta convertirse en un plato más completo. Con el tiempo, se fueron incorporando acompañamientos tradicionales, mientras que el propio queso raclette adoptaba variaciones con especias como pimienta, trufa, hierbas aromáticas o versiones ahumadas. Esta diversidad ha permitido que cada quesería desarrolle sus propias especialidades, enriqueciendo aún más la experiencia de disfrutar de la raclette.

El secreto de una buena raclette está en la calidad del queso. En Formaje hemos creado Raclette Edition, un pack especial que incluye cinco variedades tradicionales: raclette ahumada, raclette natural, raclette a la pimienta, raclette trufada y Morbier. Todo listo y cortado para que simplemente tengas que calentar y servir en tu máquina de raclette. Solo selecciona el número de comensales y nos encargamos de enviarte la cantidad adecuada.


Además del queso, la elección de los acompañamientos es clave para conseguir una experiencia auténtica. Gracias a la experiencia de nuestra comunidad de clientes suizos y franceses, hemos recopilado las combinaciones más tradicionales con las que han crecido generación tras generación. La clave es mantener la sencillez: los encurtidos como pepinillos y cebolletas son imprescindibles, al igual que las patatas cocidas, que algunos recomiendan pasar por el horno para darles un toque crujiente. Entre las opciones más clásicas está la "viande des Grisons", un embutido de ternera típico de Suiza, aunque una alternativa cercana podría ser la cecina. También se pueden añadir embutidos como salchichón o jamón cocido, así como ingredientes más innovadores como higos, peras, tomates, kale, rúcula, champiñones al vinagre o ensalada de canónigos. Un toque de pimienta recién molida potenciará aún más los sabores del plato.

Para el maridaje, la tradición sugiere vinos blancos frescos, secos y con buena acidez, que equilibran la cremosidad del queso. Entre los favoritos están los blancos y rosados de Saboya, así como variedades como Riesling o Gewürztraminer de Alsacia, con matices afrutados y cítricos que realzan la experiencia. Los espumosos son otra excelente opción, gracias a sus burbujas que refrescan el paladar. A nivel nacional, un buen Albariño será un gran aliado para acompañar la raclette. Si prefieres opciones sin alcohol, la kombucha con perfil ácido, el mosto de uva o manzana, e incluso un té negro pueden ser alternativas sorprendentes y deliciosas.
Para preparar la raclette de la forma tradicional, necesitarás una máquina especial con pequeñas sartenes donde colocar cada porción de queso hasta que funda por completo. Una vez listo, se desliza sobre los ingredientes elegidos en el plato. Si no dispones de una máquina, puedes fundir el queso en una sartén o plancha, aunque el proceso será un poco más laborioso.
Ahora que se acerca el invierno y la Navidad, la raclette se convierte en el plan perfecto para compartir con amigos y familiares. Un ritual gastronómico que invita a la creatividad y que garantiza diversión en la mesa. Descubre las mejores combinaciones, experimenta con nuevos ingredientes y, sobre todo, disfruta del placer de un buen queso fundido en la mejor compañía.
Compra aquí tu queso para raclette y prepárate para una experiencia inolvidable.

Además del queso, la elección de los acompañamientos es clave para conseguir una experiencia auténtica. Gracias a la experiencia de nuestra comunidad de clientes suizos y franceses, hemos recopilado las combinaciones más tradicionales con las que han crecido generación tras generación. La clave es mantener la sencillez: los encurtidos como pepinillos y cebolletas son imprescindibles, al igual que las patatas cocidas, que algunos recomiendan pasar por el horno para darles un toque crujiente. Entre las opciones más clásicas está la "viande des Grisons", un embutido de ternera típico de Suiza, aunque una alternativa cercana podría ser la cecina. También se pueden añadir embutidos como salchichón o jamón cocido, así como ingredientes más innovadores como higos, peras, tomates, kale, rúcula, champiñones al vinagre o ensalada de canónigos. Un toque de pimienta recién molida potenciará aún más los sabores del plato.

Para el maridaje, la tradición sugiere vinos blancos frescos, secos y con buena acidez, que equilibran la cremosidad del queso. Entre los favoritos están los blancos y rosados de Saboya, así como variedades como Riesling o Gewürztraminer de Alsacia, con matices afrutados y cítricos que realzan la experiencia. Los espumosos son otra excelente opción, gracias a sus burbujas que refrescan el paladar. A nivel nacional, un buen Albariño será un gran aliado para acompañar la raclette. Si prefieres opciones sin alcohol, la kombucha con perfil ácido, el mosto de uva o manzana, e incluso un té negro pueden ser alternativas sorprendentes y deliciosas.
Para preparar la raclette de la forma tradicional, necesitarás una máquina especial con pequeñas sartenes donde colocar cada porción de queso hasta que funda por completo. Una vez listo, se desliza sobre los ingredientes elegidos en el plato. Si no dispones de una máquina, puedes fundir el queso en una sartén o plancha, aunque el proceso será un poco más laborioso.
Ahora que se acerca el invierno y la Navidad, la raclette se convierte en el plan perfecto para compartir con amigos y familiares. Un ritual gastronómico que invita a la creatividad y que garantiza diversión en la mesa. Descubre las mejores combinaciones, experimenta con nuevos ingredientes y, sobre todo, disfruta del placer de un buen queso fundido en la mejor compañía.
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