¿Cómo se corta cada tipo de queso?
Cortar el queso correctamente equivale a saber preparar un buen café o a iniciarse en la ceremonia sagrada del té: es un arte delicado y debe tratarse con exquisita atención para disfrutar del producto como se merece. Si tenemos un queso fabuloso pero no lo cortamos correctamente, nos arriesgamos a que lo mejor del producto (sus aromas, matices, su textura) no llegue a nuestro paladar, y sería una pena.
Por suerte, hay una serie de reglas básicas que, si tenemos en mente, pueden ayudarnos a evitar que una escabechina tenga lugar encima de nuestra tabla de corte.
El principio básico que has de considerar, sin importar qué tipo de queso vayas a cortar, es el siguiente:
todos los comensales se merecen probar la ‘’mejor parte’’: el queso no sabe igual en el interior que en el exterior, pues pierde humedad según nos vamos acercando a la corteza (la parte que está más cerca del contacto con el aire del ambiente). El grado de humedad influye en el gusto y la textura del queso.
En base a eso, estos son los cortes que puedes intentar reproducir, dependiendo del tipo de cuña que tengas:
Como puedes observar en la imagen, vamos a intentar que la proporción entre corteza y pasta en todos los trozos obtenidos sea semejante.
Fíjate como hemos cortado una pieza de Gouda de cabra y de queso Manchego en la siguiente imagen:

En el caso del Gouda de cabra, hemos cortado de forma paralela al corte hasta llegar a la zona más próxima a la corteza (un poquito después de llegar hacia la mitad de la cuña), y entonces hemos empezado a cortar de manera perpendicular a la corteza: si no hacemos esto, los últimos trozos estarían tan próximos a la corteza que sólo probaríamos la parte más seca del queso. En cambio, cortando en perpendicular desde antes, conseguimos que esos trozos sean equitativos a los obtenidos previamente. Este tipo de corte es correcto para aplicar a la mayoría de quesos existentes. En el caso de la pieza de queso Manchego que ves detrás, el corte clásico tradicional en forma de triangulo es fácil de aplicar y cumple el principio básico: todos los trozos parten desde el corazón del queso hasta la corteza.
Cuando se trata de cortar un queso azul de formato semejante al de la siguiente imagen, puedes intentar abordarlo desde el centro cortando cuñas desde el centro hacia fuera. En caso de que no sea posible, lo mejor en un queso azul es ir sacando ‘’piedras’’ o trozos cortando sobre la marcha, sin necesidad de pre cortarlo: su textura quebradiza hará que sea complicado hacer cortes perfectos, por lo que es mejor ir sobre la marcha.

Cuando tenemos quesos muy curados, como Mahón, Gouda curado o Parmigiano, lo más importante es que los trozos sean relativamente gruesos y no lascas finas, pues en estos quesos la textura se aprecia mejor cuando los trozos tienen más cuerpo: la textura juega un papel fundamental en cómo van apareciendo los aromas según mordemos el queso, así que tenemos que poder apreciar esa textura.